La cuna de la humanidad podría estar en Sudáfrica. El famoso esqueleto fósil conocido como Little Foot, extraordinariamente bien conservado y perteneciente a un ejemplar de Australopithecus,
tiene al menos tres millones de años, más de 500.000 años más de lo que
se pensaba, según sugiere un nuevo estudio geológico de Sterkfontein,
el sistema de cuevas sudafricanas donde se halló en la década de 1990.
El cambio de edad, en discusión dentro de la comunidad científica, sería
trascendental, ya que entonces “Little Foot podría ser un ancestro humano”, como ha titulado la revista Science. Los primeros miembros del género Homo tienen unos 2,5 millones de años. “Si se confirman los datos, significaría que Little Foot
es suficientemente viejo como para para ser un ancestro directo de los
humanos de hoy en día y podría poner a Sudáfrica en la vanguardia de la
evolución humana”, escribe Science.
En una conferencia de prensa en París celebrada el viernes, el geólogo Laurent Bruxelles, coautor del estudio, afirmó que Little Foot había sido descartado debido a su joven edad por muchos investigadores como candidato a ancestro del género Homo. La investigación en busca del origen humano se desplazó al oriente de África, sobre todo a Kenia y a Etiopía, cuna de Lucy, el esqueleto fosilizado de una hembra de Australopithecus afarensis
que vivió hace 3,2 millones de años. Sin embargo, a juicio de
Bruxelles, de la Universidad de Toulouse (Francia), los nuevos datos
colocan a Sudáfrica como posible cuna de la humanidad.
El envejecimiento de Little Foot ha sido una de las
noticias científicas de la semana, también marcada por avances
biotecnológicos. El CSIC anunció el jueves que uno de sus grupos de
investigación ha desarrollado un pan de trigo transgénico potencialmente apto para la mayoría de los celíacos, como ya adelantó Materia
hace casi un año. El pan se elabora con harinas de trigo modificado
para presentar menos gliadinas, las proteínas del gluten responsables de
la celiaquía. “Aunque la modificación de estas variedades de trigo
supone una reducción de sus proteínas, sus propiedades nutritivas son
similares a las del trigo común. Las versiones transgénicas compensan el
déficit de gliadinas aumentando su contenido en otras proteínas
presentes en el grano, no relacionadas con la celiaquía, y ricas en
lisina, un aminoácido esencial para los humanos y que ha de incluirse en
la dieta ya que el organismo no lo genera de forma natural”, ha
explicado en un comunicado el investigador Francisco Barro, del
Instituto de Agricultura Sostenible del CSIC.
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