Acceso a la cueva de Qesem, yacimiento cercano a Tel Aviv.
El hombre prehistórico ya empleaba el fuego de forma corriente tanto
para cocinar como para calentarse hace 300.000 años. La evidencia de
esta práctica, propia de los humanos modernos, ha sido hallada en
Israel, en la cueva de Qesem, por un grupo de expertos de la Universidad de Tel Aviv y del Instituto Weizmann, un descubrimiento publicado en el número de enero de la revista Journal of Archaeological Science.
Se trata de la prueba más antigua que se conoce de este avance en el
desarrollo de la especie, que da a entender que, antes de lo esperado,
ya existían humanos prehistóricos “sedentarios, con una estructura
social muy avanzada y gran capacidad intelectual”, en palabras de Ruth Shahack-Gross,
una de las investigadoras que han redactado el artículo. Hasta hoy se
entendía que nuestros antepasados, en este punto de la historia, aún
comían alimentos crudos.
El trabajo que ahora ve la luz es el resultado de unas excavaciones
iniciadas en el año 2000. Los científicos han descubierto en el centro
de la cueva un gran depósito de ceniza de madera mezclada con trozos de
tierra quemada y de huesos, memoria sólida de una especie de barbacoa
paleolítica. Tras un intenso análisis de laboratorio se ha descubierto
que estos materiales se calentaron en repetidas ocasiones, a altas
temperaturas, en este hoyo de unos dos metros de diámetro. Muy cerca de
ese “gran hogar” se ha encontrado una gran cantidad de herramientas de
piedra que fueron utilizadas “claramente” por los primeros humanos para
cortar carne, identificada por los primeros análisis como de ciervo y de
caballo. Unos metros más lejos del fuego se han localizado también
otros utensilios de sílex, empleados para diversas actividades
domésticas, que ahondan en la idea de una vida de grupo organizada.
La apariencia física de la cueva de Qesem –a unos 12 kilómetros al este de Tel Aviv,
en el centro de Israel- también apunta además a que sus pobladores
tenían pleno conocimiento del espacio en el que se movían y se
encargaron de organizarlo para vivir mejor, ya que su interior está
dividido en varias áreas, con un sentido muy similar al de las viviendas
actuales, explica el artículo. El fuego tendría un papel central, por
lo que además de usarse para cocinar se entiende que era el punto de
reunión de sus habitantes, otra señal de progreso de hace 300.000 años.
Las herramientas y los restos de un antiguo fuego indican que el
lugar fue utilizado por los primeros seres humanos como una especie de
campamento base, de los que apenas hay pruebas en todo el mundo. Por eso
“estos hallazgos nos ayudan a fijar un punto de inflexión importante en
el desarrollo de la cultura humana, cuando el hombre comenzó a utilizar
con regularidad el fuego tanto para la carne como para punto de
encuentro social”, añade la doctora Shahack-Gross. Los vecinos de la
cueva, abunda, eran capaces de planificar a largo plazo, recolectando
leña con el fin de mantener el fuego encendido, y sabían del valor de
trabajar en comunidad.
Hasta ahora, se entendía que los cambios sustanciales en el
comportamiento humano por el uso regular del fuego databan de unos
400.000 años atrás, pero no había prueban tangibles de ello. La Universidad de Colorado,
recuerdan sus colegas de Tel Aviv, publicó el pasado año un estudio al
respecto, al que ellos han dado base. El empleo del fuego se calcula muy
anterior, aunque fuese de forma no controlada ni estable. Anteriores
descubrimientos realizados en la cueva de Wonderwerk (Sudáfrica)
sugirieren que se conoce desde al menos hace un millón de años. Las
investigaciones tradicionales -apuntan los otros dos líderes de las
excavaciones, los profesores Avi Gopher y Ran Barkai-, han demostrado
que los homo sapiens modernos evolucionaron precisamente en
África hace unos 200.000 años, por lo que los habitantes del poblado
israelí pertenecían a una especie humana anterior.
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