lunes, 6 de abril de 2015

Menorca, megalito a megalito

Yacimiento prehistórico de Trepuco, al atardecer. / Eoin Clarke

Más de un millar de monumentos megalíticos convierten la isla de Menorca en un museo al aire libre. La isla, de unos 50 kilómetros de largo por 10 de ancho, es fácil de recorrer en coche o bicicleta, y cuenta con interesantes yacimientos prehistóricos que conservan en buen estado talayots (grandes construcciones que servían como torres vigilancia) y taulas (santuarios ceremoniales en forma de herradura con una mesa ceremonial, taula en mallorquín, de ahí su nombre).
Esta propuesta, que recorre el pasado prehistórico de Menorca, parte de Cala en Porter, en la costa sur, conocida por sus puestas de sol y por la concurrida cova de Xoroi. La primera parada es la cercana Cales Coves, una necrópolis compuesta por casi un centenar de cuevas artificiales excavadas en los acantilados circundantes a esta cala entre la edad de bronce y la edad de hierro. El acceso, tras dejar el coche en un aparcamiento gratuito, se realiza por un sendero de unos cinco kilómetros (ida y vuelta).
Desde aquí nos dirigimos al asentamiento prehistórico de Talatí de Dalt, ubicado a cuatro kilómetros de Mahón, cuyo santuario, datado entre los VI y IV antes de Cristo, cuenta con una espectacular taula donde se oficiaban rituales y ofrendas para la fertilidad de la tierra y del ganado.

 'Taula' del poblado prehistórico de Trepucó, en la isla de Menorca.


Muy cerca, se encuentra el poblado de Trepuco, de unos 5.000 metros cuadrados de extensión, que originariamente estaba amurallado. Declarado Monumento Histórico Artístico en 1931, conserva dos de sus siete talayots y una magnífica taula (reconstruida a principios de los años 70) que se contemplan en el centro de una pared en forma de estrella levantada por tropas francesas en el siglo XVIII, durante su asalto a la ciudad de Mahón.
De regreso a la costa, merece la pena detenerse en Binibèquer Vell, una semblanza modernista de un pueblo marinero, y en la playa de Punta Prima, con su torre de vigilancia, buen observatorio de estas playas.

Entre fortalezas y acantilados

Desde Mahón, la segunda etapa del recorrido mezcla historia, fortificaciones y naturaleza. La primera parada es la fortaleza de La Mola, ubicada a un lado de la bocana del puerto de Mahón, frente al Castillo y la Torre de San Felipe. Fue edificado en el siglo XIX, durante el reinado de Isabel II, debido a las presiones de la corona inglesa: en plena disputa por el control naval del Mediterráneo contra Francia, amenazó con retomar el dominio de la isla si esta no era fortificada para evitar una nueva ocupación gala.
Siguiendo hacia el norte, merece la pena internarse en el parque natural de s'Albufera d'Es Grau, el de mayor extensión de la isla, y realizar un itinerario senderista de pocos kilómetros que conduce hasta el cabo de Favaritx y su faro. Esta solitaria punta rocosa del litoral menorquín, azotada por el viento de tramontana y rodeada de acantilados de pizarra negra, es uno de lugares geológicos más antiguos de la isla.
A continuación, volvemos al coche para alcanzar, siguiendo la línea costera, la Torre Fornells. Construida por los ingleses a principios del siglo XIX, es la más importante de las atalayas que rodeaban la isla, conectadas visualmente entre sí. Algo que se puede comprobar desde la terraza, de inmejorables vistas, donde originalmente se apostaba la artillería defensiva.
El recorrido se aleja de la costa en dirección a Ferreries, célebre por su calzado tradicional, las albarcas, y la belleza de los barrancos que rodean esta villa interior fundada en el siglo XVIII. En uno de ellos, el de Algendar, se encuentra el yacimiento arqueológico de la cova des Càrritx, que ha permitido conocer cómo vivieron las comunidades prehistóricos de la isla.

 Monumento funerario de Naveta dels Tudons, en Menorca.

Las cuevas de cala Morell redirigen la ruta hacia la costa norte. Se trata de una necrópolis de finales de la edad de bronce, compuesta por catorce cuevas excavadas en las paredes de un barranco abierto al mar. Algunas presentan varios niveles y columnas cinceladas en la roca para delimitar espacios, e incluso motivos arquitectónicos en relieve.
La última etapa conduce a Ciutadella. Se puede llegar fácilmente por carretera, o a través de una ruta senderista de tres horas que bordea este espectacular tramo del litoral, sobre acantilados de 50 metros de altura, hasta Punta Nati; desde aquí se retoma el coche hasta la ciudad menorquina. Desde está, a pocos kilómetros en dirección al este, se llega a la Naveta dels Tudons, monumento prehistórico de enterramientos colectivos que data del 1.200 antes de Cristo, así como a las taulas y talayots de Gaumas y Torralva.


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