viernes, 13 de marzo de 2015

La odisea de una especie: Los primeros pobladores de la Península Ibérica ( I )

La Península Ibérica es una región geográfica que se encuentra al sudoeste del continente europeo. Lugar de paso para decenas de civilizaciones y cientos de pueblos, este territorio se encuentra en una encrucijada de caminos entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo, y los continentes de Europa y Asia. En el censo de 2011 nuestra península tenía 53.888.553 habitantes, pero, ¿cuándo fue poblada por vez primera por el género Homo?
Esta pregunta ha sido una constante en la investigación desde que se descubriera y confirmara que nuestros primeros antepasados homininos surgieron en el continente africano. Han corrido ríos de tinta al respecto, y aún hoy en día la comunidad científica se encuentra muy dividida en sus opiniones, presentando distintos argumentos para distintas incógnitas que han ido surgiendo a partir de esta primera pregunta.
¿Cuánto tiempo exacto ha pasado desde que el primer Homo pisó nuestra actual tierra?, ¿qué ruta siguieron estos primeros pobladores para llegar hasta la península desde su tierra natal africana?, y la más difícil de todas, ¿quiénes pudieron ser esos primeros homininos que realizaron ese gran periplo y colonizaron este pedazo de tierra?
En el presente artículo, que dividiré en dos entregas debido a la extensión que merece el tema, intentaré abordar estas cuestiones para un conocimiento básico del lector, con las respectivas teorías que se han desarrollado al respecto y los datos comprobados, en distintos yacimientos, que tenemos actualmente en la palestra científica.

 Industria lítica del Modo1 u Olduvayense típica de los primeros pobladores de la Península ibérica

En primer lugar abordaremos las principales problemáticas que ha arrastrado este tema a lo largo de la historiografía. Es necesario tener en cuenta ante todo que el principal problema que tenemos que tener en cuenta es que es un hecho en arqueología que cuento más antiguo es el periodo que queremos reconstruir, menos restos encontramos puesto que al pasar más tiempo, estos restos se ven expuestos a más factores y procesos postdeposicionales que los afectan, sobre todo si son restos orgánicos. Es muy importante tener en cuenta este hecho ya que en la cuestión de los primeros pobladores nos movemos en unas cronologías muy antiguas.
Precisamente la cronología es una de las principales problemáticas de este tema puesto que ha sido objeto de debate entre la comunidad científica durante mucho tiempo. Y es el problema de la falta de restos de homininos en yacimientos anteriores al 500.000 B.P. el motor que la ha fomentado.
Los investigadores se posicionaron claramente en dos bandos: por un lado aquellos defensores de las cronologías cortas como Roebroeks y Kolfschoten, que defendían que la población efectiva del continente europeo no se dio antes del 500.000 B.P., basándose en que los yacimientos anteriores no poseían restos antrópicos directos y por ello desechándolos aunque se encontraran algunos restos de actividad antrópica como pudieran ser los útiles líticos. En el otro extremo encontramos a los defensores de las cronologías altas, como Bonfay, que defendían que el poblamiento de Europa se dio con mucha anterioridad, estableciendo grupos humanos con seguridad en el Pleistoceno Inferior, por lo tanto antes del 780.000 B.P. como mínimo. Esta parte de la comunidad científica utilizaba como argumento los restos de actividad antrópica que se encontraban en yacimientos muy anteriores, básicamente cantos rodados tallados que se asemejaban a la industria lítica del Modo 1 u olduvayense que se desarrollaba en África en el Pleistoceno Inferior.
Actualmente, y gracias a estudios de bioestratigrafía (estudios de distinta fauna que aparece en los niveles estratigráficos y que son marcadores de distintas épocas por su extinción) y de magnetismo (en los que se puede saber en que época cronológica estamos gracias a partículas de minerales metálicos en los estratos que indican la dirección del norte magnético, que se invierte cada cierto tiempo, no regular), la gran mayoría de la comunidad científica acepta un poblamiento de toda la ribera del Mediterráneo en el Pleistoceno Inferior (con seguridad antes de 1.000.000 B.P.). Es más, gracias a las investigaciones en el yacimiento de Dmanisi (Georgia), sabemos con seguridad que el género Homo abandonó África hace 1.800.000 como mínimo.
Otra incógnita que se convirtió pronto en objeto de discordia entre los investigadores fue la ruta que siguieron estos primeros homininos para entrar en Europa y llegar hasta la Península. A diferencia de la problemática cronológica, en la que la mayoría de la comunidad científica ha alcanzado un relativo quorum gracias a las nuevas técnicas empleadas, en el tema de las rutas migratorias las opiniones al respecto siguen muy divididas.

 Mapa con las posibles rutas de migración desde el continente africano en el Pleistoceno inferior.


Una parte de los investigadores defienden la ruta del Próximo Oriente, la teoría clásica que defiende que los primeros homininos que salieron del este de África lo hicieron tomando la dirección norte y atravesando la ribera del Mar Rojo y el corredor sirio-palestino. Esta es la teoría que impera, defendida con argumentos sólidos, por ejemplo que los restos encontrados de homininos más antiguos fuera de África se han encontrado en el yacimiento de Dmanisi (Georgia) con 1.800.000 de antigüedad. Después de llegar al Próximo Oriente estos homininos tomarían dos direcciones siguiendo las riberas: una hacia el este en su expansión por Asia y otra hacia el oeste, siguiendo la ribera del Mediterráneo, en su expansión por Europa. El punto débil de esta teoría es que los yacimientos más antiguos con presencia humana en el continente europeo se encuentran en la Península Ibérica y según esta ruta cabría esperar yacimientos más antiguos a lo largo de Europa y que los de la Península fueran los más modernos. Los defensores de esta teoría argumentan que en la época que tratamos la plataforma continental mediterránea sería mayor, por la regresión de las aguas en época glaciar, y la mayoría de los yacimientos de la ruta por el Mediterráneo están bajo el mar en la actualidad.
Otra parte de los investigadores defienden rutas alternativas a la clásica. Los dos pasos defendidos son el sículo-tunecino y el paso del Estrecho de Gibraltar. Para pasar por estas zonas los homininos debieron seguir una ruta africana más larga hasta llegar al actual Magreb, desde el que pasaron por alguno de estos pasos (o por los dos) al continente europeo. Los defensores de esta teoría esgrimen dos argumentos principales: por un lado se apoyan en la regresión marina de la época y el afloramiento de la plataforma continental, que haría que las orillas estuvieran casi juntas. Por otro lado se apoyan en la evidente antigüedad de los yacimientos del sur de la Península Ibérica para defender que los primeros pobladores de Europa entraron por ahí. Esta teoría también tiene puntos débiles. Por un lado obvian que si la plataforma continental era mayor, muchos yacimientos de la ruta clásica pueden estar inundados en la actualidad. Por otro lado los geólogos explican que el Estrecho nunca estuvo unido por tierra, y de embarcarse en primitivas balsas hacia la otra orilla sería un paso muy peligroso, ya que las corrientes por el Estrecho serían más fuertes por el efecto embudo del estrechamiento de mar.
Lo cierto es que la migración coincide con una época de aridificación de la zona originaria de los homininos en África Oriental, que provocó una migración de fauna, típicamente africana, hacia Asia y Europa bien constatada en el registro paleontológico por las dos rutas defendidas. A esta migración de la fauna le seguiría la de los homininos que veían como su alimento se marchaba. Por lo tanto si encontramos restos de esta fauna, tanto en el corredor sirio-palestino como en el Magreb, es lícito pensar que estos homininos, al igual que la fauna que perseguían, tomaron diferentes rutas, pudiendo ser validas todas las teorías a la vez.
Por último, en cuestión de problemáticas, quizá la que más importa a los investigadores es saber quienes fueron esos primeros homininos que poblaron nuestro continente. El principal escollo para resolver esta cuestión es la ínfima cantidad de restos humanos que encontramos en los yacimientos de esta cronología tan antigua. Sin embargo, los pocos que tenemos nos pueden dar algunas pistas. La teoría tradicional defiende que el hominino que salió de África fue el Homo Ergaster, que tendría su variante en Asia con Homo Erectus. Gracias a los fósiles descubiertos en Dmanisi podemos saber que la morfología de estos primeros homininos era más parecida a la de los Homo Habilis, y unido a que la mayoría de la industria lítica que se encuentra en yacimientos de esta cronología en la Península son adscritas al Modo 1 u Olduvayense (característico de estos Homo Habilis en África), podemos pensar que fue Homo Habilis el primer hominino en salir de África y colonizar las nuevas tierras europeas y asiáticas.

 Craneo número 5 de Dmanisi (Georgia). El hominino más antiguo fuera de África (1.800.000 B.P.)

El problema radica cuando intentamos buscar restos de este Homo Habilis en Europa. Los pocos restos antropológicos con una cronología mayor a 1.000.000 B.P. en el continente europeo se han encontrado en la Península Ibérica. El problema es que estos restos se pueden contar con los dedos de una mano y no son restos que puedan aportar información decisiva para saber con que especie de hominino estamos trabajando, aunque aparezcan en contextos con industria lítica olduvayense. Todos han sido definidos como Homo Species, que es el nombre que se les da cuando la especie no esta definida. Si avanzamos un poco en el tiempo, para fechas en torno al 800.000 B.P., tenemos un registro antropológico más rico en Trinchera Dolina (Sierra de Atapuerca, Burgos), que sí ha permitido estudiar bien la especie a la que pertenecían los fósiles, llegando incluso a definirla como Homo Antecessor, que en la linea evolutiva estaría un escalón por encima de Homo Habilis, perteneciendo al grupo erectus en su variante europea. Aún así estamos en cronologías más recientes que las que se barajan para la llegada de los primeros pobladores, en torno a 1.400.000, por lo que no podemos definir, con certeza, como Homo Antecessor a los homininos que pisaron la Península Ibérica 500.000 años antes del registro de Trinchera Dolina. De hecho la lógica nos conduce a pensar que estos primeros pobladores serían más parecidos al Homo Georgicus (hominino de Dmanisi con rasgos habilinos) que a nuestro posterior Homo Antecessor.
Con este planteamiento inicial, de las problemáticas a las que la comunidad científica se ha enfrentado a la hora de dar respuestas a diversas preguntas en torno al primer poblamiento de la Península ibérica, concluimos la primera parte de este artículo sobre los primeros pobladores de la Península ibérica. En el siguiente os mostraré con ejemplos prácticos como evolucionó el estudio de yacimientos adscritos a estas cronologías, los debates en torno a la veracidad de alguno de ellos y los datos contrastados que nos han dado otros yacimientos para poder esclarecer el primer poblamiento europeo y peninsular.

Bibliografía |
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