La Península Ibérica es
una región geográfica que se encuentra al sudoeste del continente
europeo. Lugar de paso para decenas de civilizaciones y cientos de
pueblos, este territorio se encuentra en una encrucijada de caminos
entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo, y los continentes de
Europa y Asia. En el censo de 2011 nuestra península tenía 53.888.553
habitantes, pero, ¿cuándo fue poblada por vez primera por el género Homo?
Esta pregunta ha sido una constante en la investigación
desde que se descubriera y confirmara que nuestros primeros antepasados
homininos surgieron en el continente africano. Han corrido ríos de
tinta al respecto, y aún hoy en día la comunidad científica se encuentra
muy dividida en sus opiniones, presentando distintos argumentos para
distintas incógnitas que han ido surgiendo a partir de esta primera
pregunta.
¿Cuánto tiempo exacto ha pasado desde que el primer Homo
pisó nuestra actual tierra?, ¿qué ruta siguieron estos primeros
pobladores para llegar hasta la península desde su tierra natal
africana?, y la más difícil de todas, ¿quiénes pudieron ser esos
primeros homininos que realizaron ese gran periplo y colonizaron este
pedazo de tierra?
En el presente artículo, que dividiré en
dos entregas debido a la extensión que merece el tema, intentaré
abordar estas cuestiones para un conocimiento básico del lector, con las
respectivas teorías que se han desarrollado al respecto y los datos
comprobados, en distintos yacimientos, que tenemos actualmente en la
palestra científica.
Industria lítica del Modo1 u Olduvayense típica de los primeros pobladores de la Península ibérica
En primer lugar abordaremos las principales problemáticas que ha arrastrado este tema a lo largo de la historiografía.
Es necesario tener en cuenta ante todo que el principal problema que
tenemos que tener en cuenta es que es un hecho en arqueología que cuento
más antiguo es el periodo que queremos reconstruir, menos restos
encontramos puesto que al pasar más tiempo, estos restos se ven
expuestos a más factores y procesos postdeposicionales que los afectan,
sobre todo si son restos orgánicos. Es muy importante tener en cuenta
este hecho ya que en la cuestión de los primeros pobladores nos movemos
en unas cronologías muy antiguas.
Precisamente la cronología es una de las principales problemáticas de este tema puesto que ha sido objeto de debate entre la comunidad científica durante mucho tiempo. Y es el problema de la falta de restos de homininos en yacimientos anteriores al 500.000 B.P. el motor que la ha fomentado.
Los investigadores se posicionaron claramente en dos bandos: por un lado aquellos defensores de las cronologías cortas como Roebroeks y Kolfschoten,
que defendían que la población efectiva del continente europeo no se
dio antes del 500.000 B.P., basándose en que los yacimientos anteriores
no poseían restos antrópicos directos y por ello desechándolos aunque se
encontraran algunos restos de actividad antrópica como pudieran ser los
útiles líticos. En el otro extremo encontramos a los defensores de las
cronologías altas, como Bonfay, que defendían que el
poblamiento de Europa se dio con mucha anterioridad, estableciendo
grupos humanos con seguridad en el Pleistoceno Inferior, por lo tanto
antes del 780.000 B.P. como mínimo. Esta parte de la comunidad
científica utilizaba como argumento los restos de actividad antrópica
que se encontraban en yacimientos muy anteriores, básicamente cantos
rodados tallados que se asemejaban a la industria lítica del Modo 1 u
olduvayense que se desarrollaba en África en el Pleistoceno Inferior.
Actualmente, y gracias a estudios de bioestratigrafía
(estudios de distinta fauna que aparece en los niveles estratigráficos y
que son marcadores de distintas épocas por su extinción) y de magnetismo (en
los que se puede saber en que época cronológica estamos gracias a
partículas de minerales metálicos en los estratos que indican la
dirección del norte magnético, que se invierte cada cierto tiempo, no
regular), la gran mayoría de la comunidad científica acepta un poblamiento de toda la ribera del Mediterráneo en el Pleistoceno Inferior (con seguridad antes de 1.000.000 B.P.). Es más, gracias a las investigaciones en el yacimiento de Dmanisi (Georgia), sabemos con seguridad que el género Homo abandonó África hace 1.800.000 como mínimo.
Otra incógnita que se convirtió pronto en objeto de discordia entre los investigadores fue la ruta que siguieron estos primeros homininos para entrar en Europa y llegar hasta la Península. A diferencia de la problemática cronológica, en la que la mayoría de la comunidad científica ha alcanzado un relativo quorum gracias a las nuevas técnicas empleadas, en el tema de las rutas migratorias las opiniones al respecto siguen muy divididas.
Mapa con las posibles rutas de migración desde el continente africano en el Pleistoceno inferior.
Una parte de los investigadores defienden la ruta del Próximo Oriente,
la teoría clásica que defiende que los primeros homininos que salieron
del este de África lo hicieron tomando la dirección norte y atravesando
la ribera del Mar Rojo y el corredor sirio-palestino. Esta es la teoría
que impera, defendida con argumentos sólidos, por ejemplo que los restos
encontrados de homininos más antiguos fuera de África se han encontrado
en el yacimiento de Dmanisi (Georgia) con 1.800.000 de antigüedad.
Después de llegar al Próximo Oriente estos homininos tomarían dos
direcciones siguiendo las riberas: una hacia el este en su expansión por
Asia y otra hacia el oeste, siguiendo la ribera del Mediterráneo, en su
expansión por Europa. El punto débil de esta teoría es
que los yacimientos más antiguos con presencia humana en el continente
europeo se encuentran en la Península Ibérica y según esta ruta cabría
esperar yacimientos más antiguos a lo largo de Europa y que los de la
Península fueran los más modernos. Los defensores de esta teoría
argumentan que en la época que tratamos la plataforma continental
mediterránea sería mayor, por la regresión de las aguas en época
glaciar, y la mayoría de los yacimientos de la ruta por el Mediterráneo
están bajo el mar en la actualidad.
Otra parte de los investigadores defienden rutas alternativas a la clásica. Los dos pasos defendidos son el sículo-tunecino y el paso del Estrecho de Gibraltar.
Para pasar por estas zonas los homininos debieron seguir una ruta
africana más larga hasta llegar al actual Magreb, desde el que pasaron
por alguno de estos pasos (o por los dos) al continente europeo. Los
defensores de esta teoría esgrimen dos argumentos principales: por un
lado se apoyan en la regresión marina de la época y el afloramiento de
la plataforma continental, que haría que las orillas estuvieran casi
juntas. Por otro lado se apoyan en la evidente antigüedad de los
yacimientos del sur de la Península Ibérica para defender que los
primeros pobladores de Europa entraron por ahí. Esta teoría también
tiene puntos débiles. Por un lado obvian que si la
plataforma continental era mayor, muchos yacimientos de la ruta clásica
pueden estar inundados en la actualidad. Por otro lado los geólogos
explican que el Estrecho nunca estuvo unido por tierra, y de embarcarse
en primitivas balsas hacia la otra orilla sería un paso muy peligroso,
ya que las corrientes por el Estrecho serían más fuertes por el efecto
embudo del estrechamiento de mar.
Lo cierto es que la migración coincide con una época de aridificación de la zona originaria de los homininos en África Oriental,
que provocó una migración de fauna, típicamente africana, hacia Asia y
Europa bien constatada en el registro paleontológico por las dos rutas
defendidas. A esta migración de la fauna le seguiría la de los homininos
que veían como su alimento se marchaba. Por lo tanto si
encontramos restos de esta fauna, tanto en el corredor sirio-palestino
como en el Magreb, es lícito pensar que estos homininos, al igual que la
fauna que perseguían, tomaron diferentes rutas, pudiendo ser validas todas las teorías a la vez.
Por último, en cuestión de problemáticas, quizá la que más importa a los investigadores es saber quienes fueron esos primeros homininos que poblaron nuestro continente.
El principal escollo para resolver esta cuestión es la ínfima cantidad
de restos humanos que encontramos en los yacimientos de esta cronología
tan antigua. Sin embargo, los pocos que tenemos nos pueden dar algunas
pistas. La teoría tradicional defiende que el hominino que salió de África fue el Homo Ergaster, que tendría su variante en Asia con Homo Erectus.
Gracias a los fósiles descubiertos en Dmanisi podemos saber que la
morfología de estos primeros homininos era más parecida a la de los Homo Habilis,
y unido a que la mayoría de la industria lítica que se encuentra en
yacimientos de esta cronología en la Península son adscritas al Modo 1 u
Olduvayense (característico de estos Homo Habilis en África), podemos pensar que fue Homo Habilis el primer hominino en salir de África y colonizar las nuevas tierras europeas y asiáticas.
Craneo número 5 de Dmanisi (Georgia). El hominino más antiguo fuera de África (1.800.000 B.P.)
El problema radica cuando intentamos buscar restos de este Homo Habilis en Europa.
Los pocos restos antropológicos con una cronología mayor a 1.000.000
B.P. en el continente europeo se han encontrado en la Península Ibérica.
El problema es que estos restos se pueden contar con los dedos de una
mano y no son restos que puedan aportar información decisiva para saber
con que especie de hominino estamos trabajando, aunque aparezcan en
contextos con industria lítica olduvayense. Todos han sido definidos
como Homo Species, que es el nombre que se les da cuando la especie no esta definida. Si avanzamos un poco en el tiempo, para fechas en torno al 800.000 B.P., tenemos un registro antropológico más rico en Trinchera Dolina
(Sierra de Atapuerca, Burgos), que sí ha permitido estudiar bien la
especie a la que pertenecían los fósiles, llegando incluso a definirla
como Homo Antecessor, que en la linea evolutiva estaría un escalón por encima de Homo Habilis, perteneciendo al grupo erectus
en su variante europea. Aún así estamos en cronologías más recientes
que las que se barajan para la llegada de los primeros pobladores, en
torno a 1.400.000, por lo que no podemos definir, con certeza, como Homo Antecessor a los homininos que pisaron la Península Ibérica 500.000 años antes del registro de Trinchera Dolina. De hecho la lógica nos conduce a pensar que estos primeros pobladores serían más parecidos al Homo Georgicus (hominino de Dmanisi con rasgos habilinos) que a nuestro posterior Homo Antecessor.
Con este planteamiento inicial,
de las problemáticas a las que la comunidad científica se ha enfrentado
a la hora de dar respuestas a diversas preguntas en torno al primer
poblamiento de la Península ibérica, concluimos la primera parte de este artículo
sobre los primeros pobladores de la Península ibérica. En el siguiente
os mostraré con ejemplos prácticos como evolucionó el estudio de
yacimientos adscritos a estas cronologías, los debates en torno a la
veracidad de alguno de ellos y los datos contrastados que nos han dado
otros yacimientos para poder esclarecer el primer poblamiento europeo y
peninsular.
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