En esta nueva entrega se presenta la segunda parte de un artículo anterior. En la primera
parte expuse el planteamiento inicial y las principales problemáticas a
las que se enfrenta la comunidad científica a la hora de tratar el tema
de los primeros pobladores de la Península Ibérica. Expuse
tres problemáticas principales, a saber: la problemática cronológica, la
de las rutas de emigración y la de identificación de las especies.
Como ya adelanté en la anterior parte, en esta nueva entrega pretendo seguir analizando este fenómeno
de los primeros pobladores con ejemplos de yacimientos de nuestra
península que nos otorgan información para encontrar respuesta a las
principales preguntas de esta problemática. Así que
realizaremos juntos un viaje por el tiempo y el espacio para ver cómo
distintos yacimientos peninsulares fueron aportando información sobre
las huellas de nuestros primerísimos ancestros. Algunos de los
yacimientos que vamos a tratar se quedaron en el camino a la hora de
intentar resolver nuestras dudas; otros, sin embargo, nos han aportado
información muy valiosa con la que ir resolviendo este intrincado puzzle que es la Historia de los primeros homíninos que pisaron este rincón del planeta.
Tipo de industria denominada “cantos tallados”, o Modo 1 Olduvayense, en
la que se basaban las primeras propuestas de poblamiento arcaico en el
Pleistoceno Inferior en la Península Ibérica.
Antes de comenzar nuestro viaje conviene recordar algunos conceptos cronológicos previos. Nos movemos en unas cronologías muy antiguas, de 1,4 Ma B.P. a 780.000 B.P. Esta época se encuadra dentro de lo que conocemos como Pleistoceno Inferior,
que va desde 2,5 Ma B.P. a 780.000 B.P. El Pleistoceno Inferior es la
primera etapa del Pleistoceno, que llega hasta 12.000 B.P. aprox., y
junto con el Holoceno, que es la época posterior, forman el Período
Cuaternario. Aclarado esto, y sin más dilación, vamos a dar comienzo a
nuestro viaje por el registro arqueológico peninsular, que como comenté
ya en la entrega anterior, debido a la gran cantidad de tiempo pasado y a
otros factores como la bajísima demografía de nuestro género en esos
momentos, es muy exiguo y muy difícil de constatar.
En los primeros pasos de nuestra andadura visitaremos yacimientos
que se han intentado adscribir en las cronologías antiguas que nos
movemos, pero la comunidad científica en general los pone en duda.
También otros yacimientos que si se han podido adscribir con seguridad a
estas cronologías pero se pone en duda la presencia antrópica.
Los primeros argumentos de población homínina arcaica en nuestra tierra se dieron con registros
fósiles encontrados en terrazas de ríos y litorales costeros, en los
que se encontraban piezas líticas que algunos investigadores adscribían
al modo 1 u Olduvayense. Tomando como base estos registros
líticos se construyeron hipótesis de trabajo en las que se defendían un
poblamiento del territorio peninsular muy temprano. Son los llamados yacimientos de cantos tallados,
y durante mucho tiempo fueron los únicos vestigios del poblamiento en
el Pleistoceno Inferior en nuestra tierra. Estos yacimientos siempre
fueron objeto de polémica entre la comunidad científica, no
reconociéndolos una gran parte de ella. Los motivos de la polémica eran
sólidos, y a la luz de los actuales métodos de datación cronológica,
incuestionables. Las críticas iban en dirección a la poca
fiabilidad de las unidades estratigráficas a las que se adscribían estos
restos líticos, ya que en la mayoría de los casos estaban removidas o
simplemente ni si quiera existían.
Hoy en día, para que un registro fósil se tome en consideración debe estar ligado a una secuencia estratigráfica bien definida,
y la gran mayoría de estos registros líticos no la tienen. Los que
podían defenderse con una secuencia estratigráfica definida recibían
críticas sobre la acción antrópica que tenían los elementos líticos,
argumentándose que se confundían procesos de talla antrópica con
procesos de origen natural, en los que los cantos habían sufrido
fracturas que nada tenían que ver con la acción de los homíninos. Como
estos yacimientos solo se apoyaban en la industria lítica, ya que no poseían fósiles antrópicos, su destino fue el de ser ignorados por la comunidad científica. Mediante nuevos métodos de datación se pudo comprobar que la mayoría de estos yacimientos pertenecían a cronologías posteriores, como por ejemplo los yacimientos en terraza del Bajo Guadalquivir, con industria del Pleistoceno Medio, o el caso del yacimiento de El Aculadero (El Puerto de Santa María, Cádiz) con industrias del modo 3 o Musteriense, adscritas al Paleolítico Medio.
El famoso fragmento encontrado en Venta Micena que se atribuyó a un hominino.
Otros yacimientos no fueron cuestionados por su secuencia estratigráfica, pero sí se cuestionaron la veracidad de la acción antrópica en su registro fósil. El paradigma por excelencia de este tipo de yacimientos es Venta Micena (Orce, Granada) y su célebre Cráneo de Orce. El yacimiento comenzó a ser excavado en los años 80 por J. Gibert y J. Agustí entre otros. En 1982 se realiza el gran descubrimiento del yacimiento, lo que parecía ser una calota de niño.
Este descubrimiento confirmaba la presencia de homíninos en la
península en cronologías mayores a 1 Ma B.P. Tras distintos análisis se comprobó que el fósil en realidad era posiblemente de équido
(actualmente se piensa que es de una hembra de rumiante), y la
comunidad científica da la espalda al yacimiento y a sus investigadores,
poniéndose en duda incluso la industria lítica que se había encontrado.
Actualmente el yacimiento se define como paleontológico solamente,
aunque otros yacimientos de la zona han confirmado la presencia homínina
en las mismas cronologías, haciéndole justicia a los trabajos de
Gibert.
A estas alturas del artículo concluimos la
primera parte del viaje entre yacimientos y registros fósiles dudosos y
cuestionados, para comenzar un paseo por los pocos yacimientos que acepta la comunidad científica como veraces y que están reconstruyendo actualmente la Historia más primitiva de nuestro pasado.
El paseo comienza por la burgalesa Sierra de Atapuerca (tiene
tal riqueza este conjunto arqueológico que merecería un artículo a
parte), donde dos de sus yacimientos aportan una gran cantidad de
información sobre nuestros primeros pobladores: Trinchera Dolina y
Trinchera Elefante. Estos yacimientos están coordinados por
investigadores de la talla de Eudald Carbonell o Juan Luís Arsuaga.
Campaña de excavación de 2010 en Trinchera Dolina
Trinchera Dolina, también llamado Gran Dolina, fue el primer yacimiento de la Península Ibérica en aportar restos de homíninos del Pleistoceno Inferior, es decir, anteriores a 780.000 B.P. Los restos aparecieron en el estrato TD6
o, como fue llamado, Estrato Aurora. Aparecieron abundantes restos
antrópicos de varios individuos infantiles. Por métodos de datación como
la bioestratigrafía o el paleomagnetismo se comprobó que los restos eran anteriores al 780.000,
cuando se establece el último cambio de polaridad de la Tierra. Estos
restos aparecieron en 1994 y fueron tan ricos en cantidad y calidad que
permitieron establecer una nueva especie, el Homo antecessor, que en la escala evolutiva se estableció como un homínino del grupo erectus
en su variante europea. Los hallazgos en Trinchera Dolina
revolucionaron el paradigma imperante que defendía que el poblamiento
europeo no se dio hasta el Pleistoceno Medio. Además, aunque se hayan
encontrado restos más antiguos posteriormente, siguen siendo de una
importancia vital, ya que rellenan un vacío de información que va desde
los restos encontrados en cronologías superiores al millón de años,
hasta los restos de homíninos del Pleistoceno Medio.
Trinchera Elefante es el yacimiento de la Sierra de Atapuerca con la cronología más antigua.
En el estrato llamado ‹‹unidad roja inferior›› se han encontrado restos
de fauna del Pleistoceno Inferior, más antigua que la de TD6, con
restos de un roedor (Allaphaiomys), que es indicador de
cronologías superiores al millón de años. También se ha encontrado un
gran conjunto de industria lítica asociada a esta fauna. El descubrimiento estrella de Trinchera Dolina se dio en 2007, cuando se encontró una mandíbula de homínino que conservaba varios dientes. La mandíbula se dató en 1,2 Ma B.P.,
y vino a confirmar que el poblamiento de Europa Occidental, y por lo
tanto el de la Península ibérica, se había llevado a cabo hace más de un
millon de años. Fue otro descubrimiento que revolucionó a la comunidad
científica y sus paradigmas establecidos.
Después de este recorrido por los dos
enclaves que aportan información sobre los primeros pobladores en la
Sierra de Atapuerca, daremos un salto de gigante en la geografía
peninsular para llegar hasta el otro conjunto arqueológico que nos
aporta información veraz y contrastada sobre las primeras huellas de
nuestros ancestros. Nada más y nada menos que un viejo conocido que, con
el paso del tiempo, ha confirmado su importancia arqueológica: los yacimientos de Orce (Granada); exactamente Fuente Nueva 3 y Barranco León 5, ambos excavados por un equipo dirigido y coordinado por Bienvenido Martínez y Robert Sala.
Estos yacimientos se encuentran en una cuenca endorreica que formaba un paleolago en el Pleistoceno Inferior.
En otros yacimientos de la zona, como Venta Micena, ya se había
encontrado restos de fauna asociada a estas cronologías, pero solo en
estos dos yacimientos se puede constatar una presencia humana.
En Fuente Nueva 3 no se han encontrado aún restos antrópicos, pero la cantidad de industria lítica del modo 1 u Olduvayense es gigantesca. Toda esta industria se ha encontrado asociada a distintos restos de megafauna
que han permitido a los investigadores resolver muchas dudas sobre el
comportamiento de los primeros pobladores de nuestra tierra, aunque no
se hayan encontrado restos de ellos. Por ejemplo, una aportación muy
importante que ha dado la investigación de este yacimiento son las
conclusiones sobre el comportamiento de subsistencia de estos homíninos,
que confirman que eran carroñeros y no cazadores aún. Este yacimiento se ha datado mediante métodos de paleomagnetismo y se barajan cronologías entre 1,3 y 1,5 Ma, siendo actualmente las más antiguas del territorio peninsular, y de Europa.
Diente de hominino datado en 1,4 Ma. encontrado en Barranco León 5 (Orce, Granada).
Por último, en Barranco León 5
se ha encontrado una fauna similiar a la de su yacimiento hermano. La
industria lítica en este yacimiento también aparece asociada a esta
fauna, aunque en Barranco la industria es aún más numerosa, llegándose a
identificar lo que posiblemente son zonas de talla. El gran descubrimiento del conjunto de yacimientos de Orce se dio en este yacimiento: un fragmento de lo que parecía ser un diente humano
apareció en la campaña de excavaciones de 2002. El tema se trató con
respeto y se le hicieron muchas pruebas para confirmar que el diente era
de homínino. Finalmente, en 2013 se dio a conocer el descubrimiento
como el resto de homínino más antiguo de Europa, ya que el diente se había datado y las cronologías daban una antigüedad de 1,4 Ma.
Finalmente se confirmó el poblamiento temprano de las tierras de Orce,
aunque los restos son demasiado escasos para establecer la especie de
homínino a la que perteneció.
Ante todas estas pruebas bien contrastadas podemos confirmar que nuestros primeros pobladores hicieron su aparición, como mínimo, hace 1,4 millones de años.
En conclusión, tras los hallazgos en Dmanisi con una cronología de 1,8
Ma, con los que se confirmó una salida temprana del género Homo de África, los hallazgos en la Península Ibérica han confirmado que el
poblamiento de nuestro continente ya era efectivo 400.000 años después
de la salida de los primeros homíninos del continente africano,
siendo, posiblemente, estos primeros pobladores peninsulares los mismos
homíninos que comenzaron la emigración desde sus tierras africanas.
Bibliografía|
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